La Ciudad

“La pandemia no sólo afecta la salud sino que además anestesia”

El politólogo Andrés Malamud analizó la gestión del Gobierno en el marco de la pandemia y proyectó las consecuencias de la crisis. Vislumbró más diferencias en la oposición y dijo que "en 2021 se van a dar las cartas pero se jugará en 2023, aunque las cartas no son las que determinan sino los jugadores".

El politólogo Andrés Malamud* analizó en diálogo con LA CAPITAL las particularidades del actual escenario político en el que se encuentra la Argentina, en medio de un estadío global inédito atravesado por la pandemia de coronavirus, en el que sin embargo ni el oficialismo ni la oposición dividida pierden de vista que el 2021 es su año electoral donde entre agosto y octubre puede definirse mucho más que cuántas bancas legislativas sume o pierda cada espacio.

– La situación laboral y la economía, con aumentos y cierta incertidumbre, generan preocupación en la gente…

– Hay necesidad material, con gente que se queda sin trabajo y sin ingresos. En América Latina ya antes de la pandemia había indignación y estallidos sociales. En Argentina no estamos en ese punto pero lo estamos alimentando. Hay cuatro posibilidades. Hay que corregir la economía o no. No hay economista que diga que no haya que hacer correcciones. El tema es que sean graduales, que las pilotea el Gobierno, o abruptas, como una devaluación brusca y un estallido económico. El tema es si va a ser antes o después de las elecciones. La corrección, dicen los economistas, se va a hacer por el gobierno o por el mercado, pero es probable que consigan aguantar hasta las elecciones.

– ¿Qué creé que va a ocurrir?

– Posiblemente el Gobierno vaya a contener los precios y reprima los aumentos tarifarios. La cuestión es de qué manera, gradual o abrupta, antes o después de la elección. El Gobierno cree y dice que cuando pase la pandemia vamos a empezar a mejorar. La pandemia no solo afecta la salud sino que además anestesia. Hay prohibición de despidos y tarifas congeladas. Cuando pase la pandemia se van a efectivizar esos despidos, así que vamos a ser más pobres, más desempleados y con menos empresas.

– ¿Pero no vislumbra reactivación económica?

– La reactivación es inevitable. Si producís cero autos y al día siguiente uno, ya hay reactivación. Pero si para mover la economía necesitás hacer cien autos, no te alcanza. En el medio hay más desempleo, la gente pierde ingresos y tiene que compensar con planes o con informalidad y, en el extremo, con criminalidad. Se prevé que en toda América Latina crezca la informalidad y la criminalidad.

– Con estos factores y en un año electoral, ¿en qué escenario quedan parados el Gobierno y la oposición?

– El ajuste será hecho, probablemente después de las elecciones. El Gobierno puede ganar y después reventarle en las manos. No será la primera vez. A Macri no le fue mal en la elección intermedia de 2017. Le ganó a Cristina, a Esteban Bullrich como candidato, pero después no aguantó más, se disparó el tipo de cambio y sobrevivió hasta el fin de su mandato. Hoy en Argentina hay una especie de atmósfera con dinámica de fin de ciclo, aunque el gobierno esté empezando. El gobierno puede ganar la elección y esa va a ser la lectura, pero en unos meses más puede estar intolerable.

– Mientras tanto, dentro de la oposición Juntos por el Cambio sigue dirimiendo sus diferencias internas…

– Esas diferencias van a persistir. Juntos por el Cambio, como le pasó al peronismo en 2017, va a disputar el liderazgo interno aunque vayan en listas comunes. Se van a disputar diferentes candidaturas en 2023. No es esperable que en 2021 la oposición esté ordenada. Unida sí, ordenada no. El ordenamiento viene después, como hizo el peronismo hace cuatro años. Eso no es malo. Quien espere que Juntos por el Cambio tenga una mirada ordenada en 2021 no está leyendo la realidad política argentina.

– ¿Ni siquiera con las PASO?

– No, porque no son elecciones nacionales. Puede ganar el sector duro en Capital y el sector moderado en Provincia, y eso no define quién será el candidato presidencial.

– ¿El 2021 será un año de transición, de cambio o de consolidación para salir de la pandemia?

– Es un año de procesamiento interno, pero que no va a llegar al final. Porque en 2021 va a haber un resultado que seguramente no será el de 2023. Este año va a dar las cartas, pero se va a jugar en 2023. Y las cartas no determinan, sino los jugadores.

– ¿Hay señales de consenso para limar las diferencias estructurales o por el contrario mayor grieta?

– No veo probable un consenso, no es imposible. Hoy no asoma. Al principio de la pandemia lo vimos cuando el “trío pandémico” (Fernández, Kicillof y Larreta) tomaba decisiones. Eso se licuó. Hoy sigue habiendo dos miradas de país. En el medio, donde podría haber un acuerdo, todavía no hay liderazgo. Fernández no es el líder de su espacio y Larreta y Martín Lousteau tampoco.

– La pandemia en algún momento terminará, ¿cómo cree que se recordará a esta época?

– La respuesta está abierta. Para algunos, como dice Facundo Manes, en la historia las pandemias cambiaron todo. La visión del mundo que queda es diferente a la anterior. Otros dicen que no es para tanto: las pandemias despoblaron América, pero la Gripe Española no dejó secuelas ni memoria. Para quienes perdieron seres queridos será inolvidable. Mi impresión es que para buena parte de la gente -no es que vamos a seguir como antes- van a volver los procesos de antes: las sociedades satisfechas van a seguir medianamente satisfechas y las sociedades indignadas van a estar más indignadas. Y América Latina está en el último grupo. Habrá una bifurcación, aunque los problemas ya existían. La bronca está en cuarentena y cuando salga encontrará más pobreza y desocupación. A nivel global hay una declinación relativa de los Estados Unidos, una aceleración de la emergencia china y un aumento de la irrelevancia de América Latina.

– ¿América Latina es irrelevante?

– Es un continente que no pesa en las decisiones como para depredar y eso es bueno. El mundo no está comprando Argentina, como ocurre en países africanos. La irrelevancia deja mal gusto, pero nuestra irrelevancia nos salvó de las guerras mundiales. Europa se destruyó dos veces en el Siglo XX. A nadie le gusta ser irrelevante, pero si esto te quita de la mira de los depredadores, eso tiene su ventaja.

CV

Andrés Malamud es licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y doctorado en el Instituto Universitario Europeo. Es investigador principal en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa.

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